El acoso al
adolescente más débil ha ocurrido en las aulas desde siempre. La violencia
psicológica y los insultos contra los homosexuales, las mujeres, los
discapacitados o, simplemente, contra aquellos a los que se percibe como raros,
no son novedad en los centros educativos. Lo que sí que es nuevo es Internet y
su reciente omnipresencia. En una década, el acoso se ha convertido en
ciberacoso. Nacido hace una década, parasitando el
reciente auge de Internet como medio de comunicación, el ciberacoso es ya un
fenómeno internacional; mediante el cual los adolescentes escribían sus
insultos y escribían nombres y números de teléfono para fastidiar a amigos y
enemigos. El fenómeno del maltrato entre
iguales, también conocido como «bullying», ha tenido una importante repercusión
social y comienza a extenderse más allá del ámbito presencial a través de las
tecnologías de la información y la comunicación, siendo denominado «cyberbullying»
o ciberacoso (Avilés, Irurtia, GarcíaLopez & Caballo, 2011; Ortega,
Calmaestra & MoraMerchán, 2008). El ciberacoso es un fenómeno de gran
relevancia y con importantes riesgos para la salud de las víctimas (Ortega
& al., 2008). Es peligroso, tanto a nivel físico como mental, ya que a diferencia del
acoso que se hace en la vida real, la persecución puede continuar en casa o
donde sea, a través de las tecnologías como ordenadores o móviles, así como el
anonimato que facilita la Red, creando perfiles falsos, sin que la víctima de
esos ataques sepa de dónde provienen en realidad, desorientándola y causándole
aún más traumas y daños. Un caso muy habitual que vemos más es el acoso entre
compañeros de colegios, a lo mejor una persona tiene sobrepeso o cualquier otro
problema, y se les acosa mediante burlas colgando fotos en internet,
enviándolas de un móvil a otro, etc. Muchas
veces los niños hacen cosas online que jamás harían en la vida real, y es un
grave error creer que las cosas que se hacen mediante Internet no son tan
dañinas como las que se hacen en el cara a cara.
Internet y
las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) están teniendo una
gran presencia en la vida de las personas. . Los jóvenes, son fuertes usuarios
de las nuevas tecnologías, especialmente de Internet y de la telefonía móvil. A
pesar de los numerosos beneficios de las TIC su rápido y constante crecimiento
también ha traído consigo perjuicios, especialmente para los jóvenes y menores,
derivados de las nuevas formas de violencia que surgen de la utilización de
estas tecnologías, como es el caso del «sexting» (difusión de imágenes de
contenido sexual o erótico), el «grooming» (acoso sexual a menores) o el
ciberacoso, entre otras. Nos centramos
en analizar un problema que podemos ver cada día más presente, en nuestros/as
amigo/as, incluso en nosotros mismos: el ciberacoso, a través del teléfono
móvil y de Internet, en el que se ven implicados los jóvenes en sus relaciones
de noviazgo.
El
ciberacoso es uno de los efectos negativos asociado al mal uso de las TIC que
más fuerza está tomando en nuestra sociedad. Se puede definir como una forma de
intimidación, acoso y malos tratos por parte de un individuo o grupo hacia
otro, implicando el uso de medios tecnológicos como canal de agresión (Ortega
& al., 2008; Smith & al., 2008). Entre las conductas que puede realizar
la persona agresora se encuentran el envío y difusión de mensajes ofensivos o
vulgares, el envío de mensajes amenazantes, la difusión de rumores sobre la
víctima, la violación de intimidad, la exclusión social, o la suplantación de
la identidad. Las TIC constituyen un elemento importante de las relaciones
entre los jóvenes en general, y de las relaciones íntimas en particular,
haciéndolos más susceptibles de ser controlados y agredidos por sus parejas. Otro
aspecto a tener presente en el estudio del ciberacoso son las diferencias de
género ya que los resultados al respecto no son concluyentes. Así, mientras que
algunos trabajos no encuentran un nexo estadístico entre ciberacoso y género
apuntan a que los chicos (en comparación con las chicas) suelen ser los que
cometen más actos de ciberacoso, y las chicas (en comparación con los chicos)
suelen ser las víctimas mayoritarias de este tipo de violencia. Existe una forma diferente de reaccionar entre chicos y
chicas a las conductas de ciberacoso que tienen lugar en las relaciones de
noviazgo, por ejemplo, analizar si ante una situación de acoso tecnológico en
el noviazgo, los chicos tenderían a reaccionar en mayor medida que las chicas
implicándose en conductas de ciberacoso, mientras que las chicas tenderían en
mayor medida a ignorar o a no responder con este tipo de conductas, o si por el
contrario lo que puede estar reflejando este dato es un modo distinto de
percibir las conductas de ciberacoso por parte de chicos y chicas.
En general,
a medida que va evolucionando la tecnología, las personas se están haciendo más
dependientes de ellas para todo; se pueden utilizar, pero de la manera
correcta, evitando este tipo de problemas, ya que el comportamiento es dañino,
pero el medio también puede intensificarlo. Las formas más efectivas de
combatir el ciberacoso son la información sobre el uso de las mismas y la
educación por parte de los padres para, como imponer normas adecuadas para la
interacción mediante tecnología, darles pequeños espacios de tiempo, y sobre
todo, educarles en valores y respeto, ya que las personas están por encima de
eso, y pueden aprovechar la tecnología para muchísimas cosas que les serán
positivas para sus vidas.
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